Esta historia trae un intenso aroma de monte. Un instinto salvaje que se estremece entre tañidos y silencios, luces y sombras. Un paisaje misterioso que nos invita a adentrarnos en él, en su espesura.
Ese lugar donde habitan seres sorprendentes, y donde alguna vez existió Mandinga. El mismísimo diablo según la creencia de antiguos pueblos, quienes lo han visto aparecer como un espectro o un animal, con la intención de tentar y persuadir, a quien se enfrente con él, para lograr su objetivo.
Mandinga es un mito, parte de una creencia popular y bastión de nuestro acervo cultural. Es la leyenda que acompañó a gauchos y nativos en los senderos del vasto territorio nacional, con sus ocurrencias y picardías, alimentando el misterio y la sugestión.
Detrás de esta idea aparece nuestro Gin, trayendo consigo ese espíritu salvaje y ancestral, que nos invita a disfrutar de cada momento de nuestra historia como si fuera una aventura.